¡Hola, MOOCs del INTEF!
El Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado se ha subido al carro MOOC organizando sus propios cursos centrados en la formación permanente del profesorado. Ya hace unos meses pusieron en marcha su primer curso centrado en la introducción a la identidad digital y el autoaprendizaje a través de las nuevas tecnologías. Ahora ofrecen un curso de Aprendizaje Basado en Proyectos, al que por supuesto me he apuntado.
Lamenté perderme su el primer MOOC. Sigo a algunos de los participantes en Twitter y me parecieron muy interesantes los materiales y resultados que compartían. En su día no me apunté pensando que estaba dirigido solo a docentes titulares, pero no: puedes apuntarte seas quien seas y vengas de donde vengas.
Además, es mi primera experiencia en un curso de este tipo participando a la vez con gente de mi entorno (compañeros de trabajo), por lo que mi método de estudio y los resultados que obtenga seguramente sean muy distintos a los que estoy acostumbrado. Merecerá la pena reflexionar sobre ello en un futuro.
Por último, me ha llamado la atención que entre muchas otras propuestas se haya hecho un playlist colaborativo en Spotify para amenizar el curso. No tengo cuenta de Spotify ni me apetece creármela ahora (no le sacaría mucho partido), pero comparto esta canción que descubrí ayer, la ejecución de cuya cantante me recuerda mucho a cómo me siento hoy con tantos frentes abiertos a la vez.
Lamenté perderme su el primer MOOC. Sigo a algunos de los participantes en Twitter y me parecieron muy interesantes los materiales y resultados que compartían. En su día no me apunté pensando que estaba dirigido solo a docentes titulares, pero no: puedes apuntarte seas quien seas y vengas de donde vengas.
Además, es mi primera experiencia en un curso de este tipo participando a la vez con gente de mi entorno (compañeros de trabajo), por lo que mi método de estudio y los resultados que obtenga seguramente sean muy distintos a los que estoy acostumbrado. Merecerá la pena reflexionar sobre ello en un futuro.
Por último, me ha llamado la atención que entre muchas otras propuestas se haya hecho un playlist colaborativo en Spotify para amenizar el curso. No tengo cuenta de Spotify ni me apetece creármela ahora (no le sacaría mucho partido), pero comparto esta canción que descubrí ayer, la ejecución de cuya cantante me recuerda mucho a cómo me siento hoy con tantos frentes abiertos a la vez.
lunes, 31 de marzo de 2014
Escrito por Unknown
¿Afectan los móviles a nuestra forma de escribir?
El País ha publicado recientemente una noticia sobre cómo afecta el uso de mensajes de texto SMS (y el particular lenguaje que en ellos utilizan los jóvenes) a la competencia lingüística del usuario:
[Que su hijo escriba mal los mensajes] no significa que por eso vaya a cometer más faltas de ortografía cuando se enfrente a un texto formal. Incluso puede que domine mejor las reglas del lenguaje que los que no manipulan tanto las palabras en sus mensajes cortos. Un estudio de tres universidades francesas, auspiciado por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) francés y publicado este martes, concluye que los hábitos de escritura de los alumnos en sus mensajes no cambian lo que saben (o no) de ortografía. Los mensajes por el móvil SMS, sostiene, no les influyen. Una conclusión aplicable, por extensión, a los mensajes de WhatsApp, que han sustituido progresivamente a los SMS. Los expertos (la mayoría, porque también hay voces en contra) añaden: su hijo juega con el lenguaje y sabe distinguir cuándo (y con quién) puede jugar y cuándo no. Y revelan: la escritura ininteligible es una diferencia generacional que hace a propósito. Que usted no le entiende porque él no quiere que le entienda, vaya. (Leer noticia completa)Es curioso que la fecha de esta noticia sea el año 2014... parece que el estudio se ha demorado un poco, ¿no? Hoy los jóvenes apenas escriben SMS (quizá solo para avisar a sus padres de que llegan tarde a cenar), y el diferente uso que se le da hoy a aplicaciones de mensajería instantánea o directamente el nuevo funcionamiento de los teclados de los teléfonos convierte dicho estudio/noticia en algo obsoleto antes de publicarse.
Recuerdo que ya en primero de carrera hice un trabajo sobre la influencia de los SMS en los conocimientos lingüísticos de las personas. Mi estudio no pasaba de "amateur", pero me valió para obtener Matrícula de Honor y alcanzar la misma conclusión anunciada en El País: escribimos (escribíamos) mal los SMS por una cuestión de tiempo, comodidad y, sobretodo, espacio (= dinero, ya que un mensaje demasiado largo podía costar el doble).
Pasan los años y muchas de las alarmas que saltaron en el pasado por la influencia nociva que podían tener nuevas tecnologías en los jóvenes resulta que quedaron en nada. Los emoticonos, por ejemplo, no han reemplazado a las palabras. El emoticono permite mostrar la actitud de un hablante o hacer un guiño cordial al receptor, algo que usando la lengua estándar quizá nos llevaría demasiado espacio y haría más farragoso el mensaje.
Un ejemplo de lo contrario: el autocorrector de Word, esa herramienta que ya no solo utiliza la juventud sino que está presente en toda oficina o despacho. ¡Cuán incapaces de escribir sin faltas nos ha vuelto el corrector y qué pocos se plantean desconectarlo! Habréis escuchado algún comentario sobre lo inútil que se siente mucha gente al escribir sin autocorrector o seguro que habréis detectado alguna de esas traicioneras tildes diacríticas que se le escapan al que no practica la ortografía desde el instituto pero escribe a diario a ordenador.
Pasan los años y muchas de las alarmas que saltaron en el pasado por la influencia nociva que podían tener nuevas tecnologías en los jóvenes resulta que quedaron en nada. Los emoticonos, por ejemplo, no han reemplazado a las palabras. El emoticono permite mostrar la actitud de un hablante o hacer un guiño cordial al receptor, algo que usando la lengua estándar quizá nos llevaría demasiado espacio y haría más farragoso el mensaje.
Un ejemplo de lo contrario: el autocorrector de Word, esa herramienta que ya no solo utiliza la juventud sino que está presente en toda oficina o despacho. ¡Cuán incapaces de escribir sin faltas nos ha vuelto el corrector y qué pocos se plantean desconectarlo! Habréis escuchado algún comentario sobre lo inútil que se siente mucha gente al escribir sin autocorrector o seguro que habréis detectado alguna de esas traicioneras tildes diacríticas que se le escapan al que no practica la ortografía desde el instituto pero escribe a diario a ordenador.
¿Será que las críticas que se escuchan están más bien dirigidas a las modas juveniles y no tanto a la tecnología? ¿Serán fruto del desconocimiento y un poco también del miedo?
Lo cierto es que a día de hoy Internet y las redes sociales siguen siendo mayoritariamente textuales: gracias a aplicaciones como Whatsapp, Facebook o Twitter la juventud escribe y lee muchísimo más que antes. En un futuro de "Siris" y Google Glass esto podría cambiar, pero por ahora la situación es esta.
En vez de publicar estudios que llegan 15 años tarde, El País bien podría profundizar en los beneficios, los peligros y también las transformaciones que las nuevas tecnologías provocan en la juventud y la sociedad en general. Algunas ideas menos demodé en las que quizá podría profundizar en un futuro: cómo pueden afectar a la escritura los teclados "deslizantes" de aplicaciones como Keymonk o Swype o cómo afectarán a la lectura y literatura los fast-readers tipo Spritz.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Escrito por Unknown
Rando ha muerto
Rando es (era) una aplicación para Android e iOs. Una de mis aplicaciones de ocio favoritas, aunque recientemente incluso le había encontrado un uso "útil" más allá del mero entretenimiento.
La gracia de Rando es que era un servicio para compartir fotografías de carácter "anti-social": es decir, no favorecía la creación de relaciones sociales ni permitía hacer amigos o sentir que se pertenece a un grupo. Con Rando, básicamente sacabas una fotografía y le enviabas al cosmos, sabiendo que alguien la iba a recibir y que no podría saber nada de ti, como mucho tu localización geográfica (si le dabas permiso a la app), ni siquiera un nombre o una posibilidad de devolverte la foto.
Del mismo modo, Rando era una excelente fuente de inspiración, permitía abrir tu móvil a esas mismas fotos aleatorias que otros usuarios quién sabe dónde estaban enviando.
Evidentemente, a muy poca gente interesaba un servicio así. ¿No voy a poder chulear de mis creaciones? ¿Nadie le va a dar al "me gusta"? ¿Aquí no se liga? La falta de monetarización ha sido uno de los motivos para que sus creadores hayan echado el cierre.
De momento he empezado a experimentar con aplicaciones similares como SnapSwap o PolPol, pero veo que no pueden reemplazar las características fotografías circulares de Rando, esas fístulas hacia la vida de otras personas tan anónimas como tú.
Por cierto, algunas de las entradas de este mismo blog han estado coronadas con fotografías sacadas de esta aplicación.
Presentaciones eficaces: la audiencia en el aula de secundaria
En uno de los MOOC en que participo, Presentaciones Eficaces de los profesores Adolfo Cobo y Olga Mª Conde Portilla, se ha hablado de la importancia de conocer el público al que se le va a hacer una presentación y adaptarse a él. Para ello, se nos han propuesto una serie de preguntas sobre la audiencia que uno siempre debería hacerse al preparar una intervención oral.
Se me ocurre que puede ser un ejercicio interesante para cualquier profesor que a diario se enfrenta a una aula y mediante el que podemos reflexionar sobre por qué actuamos como lo hacemos y qué podríamos mejorar en nuestras clases.
1) ¿QUIÉNES SON?
¡Son tus alumnos! Aunque a veces no: puede que sean los del profesor que está de baja. Piensa en qué sabes de ellos y en cómo puedes captar su atención.
2) ¿QUIÉN MANDA?
No vamos a cuestionar la autoridad del docente, no, pero sí es bueno percibir las jerarquías y relaciones entre los alumnos en el aula (y fuera de esta). Utilices un sociograma o la mera intuición para averiguarlo, te será muy útil trabajar esas relaciones a lo largo de tus clases.
3) ¿QUÉ ES LO QUE SABEN?
Esta es una de las preguntas que tradicionalmente se hacen los profesores, aunque sea de forma inconsciente, para facilitar el aprendizaje de los alumnos. Siempre es bueno empezar una lección partiendo del algo que el alumnado ya conozca y haya asimilado anteriormente. Además, un sistema de evaluación bien planteado permitirá al docente saber siempre qué saben sus alumnos y qué es una novedad para ellos.
4) ¿POR QUÉ ESTÁN AHÍ?
Nos lleva a otra de las preguntas que solemos hacernos... ¿los alumnos están en clase porque quieren o porque sus padres lo mandan? Es evidente que alguien que asiste voluntariamente a una charla será más propenso a atender y aprender algo, de modo que debemos preguntarnos: ¿cómo puedo motivar al alumnado para que quiera asistir a mis clases?
5) ¿CUÁNTOS SON?
Aquí entran en juego la logística y el uso de ciertas técnicas de gestión del aula. Dependiendo de cuantos alumnos haya, podremos jugar con la distribución de las mesas para crear un ambiente más participativo o menos, según la ocasión. Por otro lado, cuantos más alumnos haya, más difícil será para el profesor adaptarse y alcanzar a todos y cada uno de ellos.
6) ¿QUÉ LENGUAJE HABLAN?
La jerga del alumnado no será la del profesor: aceptémoslo, las modas cambian. Sin embargo, existe tanto el profesor que se aleja impostadamente del lenguaje del alumno para personificar una especie de eminencia intelectual y el que decide aproximarse con un habla más común y no por ello mal formulada.
7) ¿CUÁLES SON SUS FUENTES?
Algo muy ligado a la pregunta anterior: a la hora de poner ejemplos y citar autores, tendremos que tener muy en cuenta cuáles son los referentes culturales de nuestros alumnos. No hace falta escuchar rap para tener al menos una idea general de en qué consiste este genero musical y, por qué no, introducirlo algún día en el aula.
8) ¿DÓNDE ES?
El tipo de aula y/o espacio de trabajo condiciona la forma en que aprendemos. El tamaño del aula, la ventilación, la iluminación o los materiales disponibles son cuestiones a tener siempre en cuenta. Dos ideas: ten un plan B para cuando falle la conexión a Internet y atrévete algún día a sacar a los alumnos del aula.
9) ¿A QUÉ HORA ES?
¿A quién se le ocurre apagar las luces y ponerse a pasar diapositivas a la hora después de comer?
10) ¿CUÁNTO TIEMPO TENGO?
La respuesta es fácil: no el suficiente. Una opción muy de moda es apostar por una flipped classroom. ¡Pruébalo!
Os animo a que vosotros también os hagáis estas preguntas (o otras que se adapten más a vuestra realidad) tanto al inicio de curso como a la hora de plantear cualquier tipo de actividad en el aula.
Se me ocurre que puede ser un ejercicio interesante para cualquier profesor que a diario se enfrenta a una aula y mediante el que podemos reflexionar sobre por qué actuamos como lo hacemos y qué podríamos mejorar en nuestras clases.
1) ¿QUIÉNES SON?
¡Son tus alumnos! Aunque a veces no: puede que sean los del profesor que está de baja. Piensa en qué sabes de ellos y en cómo puedes captar su atención.
2) ¿QUIÉN MANDA?
No vamos a cuestionar la autoridad del docente, no, pero sí es bueno percibir las jerarquías y relaciones entre los alumnos en el aula (y fuera de esta). Utilices un sociograma o la mera intuición para averiguarlo, te será muy útil trabajar esas relaciones a lo largo de tus clases.
3) ¿QUÉ ES LO QUE SABEN?
Esta es una de las preguntas que tradicionalmente se hacen los profesores, aunque sea de forma inconsciente, para facilitar el aprendizaje de los alumnos. Siempre es bueno empezar una lección partiendo del algo que el alumnado ya conozca y haya asimilado anteriormente. Además, un sistema de evaluación bien planteado permitirá al docente saber siempre qué saben sus alumnos y qué es una novedad para ellos.
4) ¿POR QUÉ ESTÁN AHÍ?
Nos lleva a otra de las preguntas que solemos hacernos... ¿los alumnos están en clase porque quieren o porque sus padres lo mandan? Es evidente que alguien que asiste voluntariamente a una charla será más propenso a atender y aprender algo, de modo que debemos preguntarnos: ¿cómo puedo motivar al alumnado para que quiera asistir a mis clases?
5) ¿CUÁNTOS SON?
Aquí entran en juego la logística y el uso de ciertas técnicas de gestión del aula. Dependiendo de cuantos alumnos haya, podremos jugar con la distribución de las mesas para crear un ambiente más participativo o menos, según la ocasión. Por otro lado, cuantos más alumnos haya, más difícil será para el profesor adaptarse y alcanzar a todos y cada uno de ellos.
6) ¿QUÉ LENGUAJE HABLAN?
La jerga del alumnado no será la del profesor: aceptémoslo, las modas cambian. Sin embargo, existe tanto el profesor que se aleja impostadamente del lenguaje del alumno para personificar una especie de eminencia intelectual y el que decide aproximarse con un habla más común y no por ello mal formulada.
7) ¿CUÁLES SON SUS FUENTES?
Algo muy ligado a la pregunta anterior: a la hora de poner ejemplos y citar autores, tendremos que tener muy en cuenta cuáles son los referentes culturales de nuestros alumnos. No hace falta escuchar rap para tener al menos una idea general de en qué consiste este genero musical y, por qué no, introducirlo algún día en el aula.
8) ¿DÓNDE ES?
El tipo de aula y/o espacio de trabajo condiciona la forma en que aprendemos. El tamaño del aula, la ventilación, la iluminación o los materiales disponibles son cuestiones a tener siempre en cuenta. Dos ideas: ten un plan B para cuando falle la conexión a Internet y atrévete algún día a sacar a los alumnos del aula.
9) ¿A QUÉ HORA ES?
¿A quién se le ocurre apagar las luces y ponerse a pasar diapositivas a la hora después de comer?
10) ¿CUÁNTO TIEMPO TENGO?
La respuesta es fácil: no el suficiente. Una opción muy de moda es apostar por una flipped classroom. ¡Pruébalo!
Os animo a que vosotros también os hagáis estas preguntas (o otras que se adapten más a vuestra realidad) tanto al inicio de curso como a la hora de plantear cualquier tipo de actividad en el aula.
Tres normas interiorizadas sobre la lectura
Estoy leyendo por segunda vez el libro "Cómo hablar de libros que no hemos leído", un ensayo muy interesante de Pierre Bayard que, aunque he leído en catalán, está también publicado en Anagrama.
Muchas de las ideas que en ese libro se defienden se han incorporado (poco a poco y a mano, como en un buen bizcocho) a mi forma de leer, casi podría decir que a mi teoría personal de la lectura. En el libro se cuestionan muchos prejuicios que habitualmente se escuchan en círculos académicos pero que también ha adoptado mucha gente aunque sea para desmarcarse del mundo de la literatura o de lo intelectual.
En la introducción, Bayard nos propone tres normas sobre la lectura que él cree interiorizadas por todos sin ningún fundamento, y nos propone echarlas por tierra. Aquí las presento en negrita, con una serie de preguntas que yo he considerado interesantes para estructurar un diálogo o lluvia de ideas en el aula o con vuestro círculo lector favorito.
ES OBLIGATORIO LEER
¿Por qué en el colegio y en casa siempre se insiste en la importancia de la lectura?
¿Es bueno leer (cualquier tipo de texto o libro), o es bueno leer solo una clase de libros?
¿Qué criterio crees que sigue el profesor para seleccionar los libros obligatorios del colegio?
¿En qué puede ser diferente alguien que lee comparado con alguien que no lee?
Di un libro que hayas leído y que creas que es importante haber leído. ¿Por qué lo crees?
HAY QUE LEER LOS LIBROS ENTEROS
¿Si empiezas un libro y no te gusta, puedes dejarlo a medias y empezar otro?
Cuando acabas de leer un libro, ¿lo recuerdas todo? ¿Y un mes más tarde? ¿Y diez años más tarde? ¿Qué recuerdas de estos libros?
Si no puedes recordar todo lo que lees, mejor quedarse con lo más importante de un libro. ¿Qué es lo más importante? ¿La historia, los personajes, el mensaje que quiere transmitir, las figuras literarias que utiliza, alguna otra cosa?
¿Por qué crees que hay libros muy largos (más de mil páginas) y libros muy cortos (menos de cien)? ¿Crees que unos son mejores que otros? ¿Cuáles?
HAY QUE HABER LEÍDO UN LIBRO PARA PODER HABLAR DE ÉL
¿Podrías explicar de qué trata un libro solo con la portada, el título, la sinopsis, una crítica en un periódico, el nombre del autor o el lugar y la época en que se escribió?
Cuando hablas de un libro (en un trabajo, en una crítica o en una conversación informal), ¿solo hablas de cosas que se explican en él? ¿No hablas de temas "externos" como el autor, el género, otras obras a las que te recuerda, "la película", etc.?
Volviendo al tema de la memoria, piensa en un libro que leyeras hace 5 o 10 años y del que no creas recordar nada... ¿Cuenta como libro leído? ¿Podrías hablar de él en una conversación? ¿Qué cosas dirías?
Os animo a leer el libro (vaya, menuda decepción creía que habíamos quedado en que no hacía falta leer...), a serviros de estas preguntas como os plazca y a plantear otras posibilidades de trabajo de estos temas en el aula.
miércoles, 19 de marzo de 2014
Escrito por Unknown